martes, 23 de junio de 2009

Sacala de la troya ! (1D)

Cuando se trataba de buscar medios para divertirse, nunca faltaron opciones. No puedo decir que me faltaron juegos y juguetes para divertirme y compartir con mis amigos de turno. Pero por suerte esa situación no eclipsó la eterna creatividad infantil para crear medios.
Hubo una época (creo que entre mis 9 y 10 años) en los que jugábamos en la calle al tejo. Este juego simple de destreza nos requería solo un espacio semiplano donde pudiéramos dibujar un círculo (la troya), un tarro chico (tipo leche x 800 g), unas piedras planas y de forma lo más circular posible que sirvieran de tejo y algún elemento de cambio que sirviera para establecer quién era el que ganaba.


No sé bien de quien fue la iniciativa, pero el elemento de cambio generalizado para este y otros juegos similares, en nuestro grupo fueron las etiquetas de cigarrillo.
Estamos hablando del papel impreso del paquete de cigarrillos común, el cual era abierto con sumo cuidado hasta dejarlo abierto como una pequeña hoja. Esta cuidadosa operación muchas veces se hacía con agua para evitar que la etiqueta se rompiera al despegar sus pliegues y luego se sometían al secado correspondiente. Así se obtenía una “marquilla” en condiciones de ser incorporada al juego.
La forma de tener más etiquetas se reducía entonces a dos opciones: ganarlas jugando al tejo; o consiguiéndolas entre los fumadores. Y como éstos eran acotados en el barrio, entonces salíamos a hacer excursiones de búsqueda por los alrededores.
Programábamos las salidas y nos íbamos en grupos de 4 o 5 chicos a recorrer las calles del barrio, sus veredas, sus acequias, sus jardines, sus paradas de colectivo; buscando incesantemente los paquetes de cigarrillos que habían sido desechados.
Esto hacía que anduviéramos cuadras y cuadras caminando, pasando tardes enteras en expediciones de búsqueda.
Así íbamos encontrando etiquetas de marcas como Jockey Club, L&M, Kent, Imparciales, Particulares, Fontanares, 43/70, Le Mans. Y nos poníamos como locos cuando encontrábamos alguna de Virginia Slim, Benson & Hedges, Camel, Lucky Strike o Dunhill. Por supuesto que nunca faltaba el que conseguía “las difíciles” o tenía amigos o parientes que traían de afuera algunos cigarrillos como Gitanes, Marlboro o Parisiennes.
Así, después de mucho caminar y de proceder cuidadosamente para dejar cada etiqueta derechita y como nueva, teníamos material para jugar y divertirnos horas enteras.
El juego entonces consistía en marcar una “troya” en el suelo (círculo de unos 40/50 cm de diámetro), colocar en el medio el tarro con las etiquetas encima, marcar una línea de lanzamiento a unos 5/7 metros y estaba todo listo para jugar. La cantidad de etiquetas variaba, pero en general poníamos unas 5 cada uno de los jugadores.
El objetivo era lanzar el tejo sin sobrepasar la línea, pegarle al tarro y hacer volar la mayor cantidad de etiquetas posibles fuera de la troya. Esas etiquetas quedaban en poder del afortunado tirador.
Así de simple y fácil. Así de barato en su concepción. Así compartíamos mucho tiempo entre amigos. Así fuimos unos pibes felices.

1 comentario:

  1. Nuestra forma de jugar al Tejo era distinta: marcábamos una raya y tirábamos una piedra laja (en lo posible) hacia la misma; ganaba el jugador que llegaba más cerca de la raya, y se pagaba con las etiquetas de cigarrillo: la etiqueta interior plateada valía uno, y la de colores exterior con el nombre de la marca, dos. Así de fácil, y qué divertido era el juego para pasar horas y horas jugando en el barrio. Soy de la ciudad de Villa Mercedes, San Luis, y tengo 36 años. Salud-os.

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