Yo por lo pronto me voy a quedar con la imagen y el recuerdo que considero el más antiguo y a él lo voy a entronizar como mi “primer recuerdo”. El resto lo dejaremos para quién tenga que solucionar el problema, cuando esto se transforme realmente en un problema.
Yo hice el Jardín de Infantes, o el kínder (apócope surgida de la locución germana kindergerden) como le llamábamos entonces, en las Scuola Italiana XXI Aprile, cuando esa dependencia de la Escuela funcionaba en el edificio que posee el establecimiento en la calle Espejo al 600 (entre Chile y 25 de mayo) de la Ciudad de Mendoza.
Recuerdo que en ese entonces, a pesar de trabajar en la Casa de Gobierno, mi mamá era la encargada de llevarme todos los días. Como no teníamos coche, nuestro traslado natural a cualquier lado era por medio del colectivo (ómnibus).
Para llegar a la Escuela, teníamos que cruzar caminando la plaza Independencia, nuestra Plaza Mayor. Por entonces sus pisos estaban recubiertos por unos baldosones de dos tipos diferentes: unos solo de cemento y otros de pequeñas piedras de canto rodado cementadas a una base de igual tamaño que la anterior. Estos baldosones estaban colocados de manera irregular, lo que permitía imaginar distintos caminos, si uno decidía caminar sólo por un tipo de baldosón.
Así, el entretenimiento que día a día me ocupaba cuando me dirigía a la escuela de la mano de mi mamá, era el de tratar de cruzar toda la plaza pisando solo un tipo de baldosón. Era un desafío divertido y siempre cambiante que exigía de atención y saga. Posiblemente esto sea lo que produjo que se marcara tan claramente en mi memoria.
Después solo hice en la Scuola Italiana el Jardín y el primer grado. No sé a partir de cuándo, mi transporte comenzó a ser por medio de un Transporte Escolar, dado que mi madre debía seguir haciéndole frente a su responsabilidad laboral.
Pero a esas imágenes que guardo desde la perspectiva de primera persona, habría que agregarle a un morochito, de impecable guardapolvo cuadrillé, de pantalones cortitos y piernas flacas, de zapatones “GomiCuer” negros lustradísimos y una simpática canastita de mimbre en la mano donde el vaso plástico, la servilleta, la merienda de turno y la jabonera sonaban y se revolvían a cada salto. Así el cuadro sería más completo.
Como decía al principio, puesto a recordar, queda oficialmente designado como “Mi Primer Recuerdo”, mi divertido camino diario al kínder.
Y cual es tu primer recuerdo ? ...
Yo hice el Jardín de Infantes, o el kínder (apócope surgida de la locución germana kindergerden) como le llamábamos entonces, en las Scuola Italiana XXI Aprile, cuando esa dependencia de la Escuela funcionaba en el edificio que posee el establecimiento en la calle Espejo al 600 (entre Chile y 25 de mayo) de la Ciudad de Mendoza.
Recuerdo que en ese entonces, a pesar de trabajar en la Casa de Gobierno, mi mamá era la encargada de llevarme todos los días. Como no teníamos coche, nuestro traslado natural a cualquier lado era por medio del colectivo (ómnibus).
Para llegar a la Escuela, teníamos que cruzar caminando la plaza Independencia, nuestra Plaza Mayor. Por entonces sus pisos estaban recubiertos por unos baldosones de dos tipos diferentes: unos solo de cemento y otros de pequeñas piedras de canto rodado cementadas a una base de igual tamaño que la anterior. Estos baldosones estaban colocados de manera irregular, lo que permitía imaginar distintos caminos, si uno decidía caminar sólo por un tipo de baldosón.
Así, el entretenimiento que día a día me ocupaba cuando me dirigía a la escuela de la mano de mi mamá, era el de tratar de cruzar toda la plaza pisando solo un tipo de baldosón. Era un desafío divertido y siempre cambiante que exigía de atención y saga. Posiblemente esto sea lo que produjo que se marcara tan claramente en mi memoria.
Después solo hice en la Scuola Italiana el Jardín y el primer grado. No sé a partir de cuándo, mi transporte comenzó a ser por medio de un Transporte Escolar, dado que mi madre debía seguir haciéndole frente a su responsabilidad laboral.
Pero a esas imágenes que guardo desde la perspectiva de primera persona, habría que agregarle a un morochito, de impecable guardapolvo cuadrillé, de pantalones cortitos y piernas flacas, de zapatones “GomiCuer” negros lustradísimos y una simpática canastita de mimbre en la mano donde el vaso plástico, la servilleta, la merienda de turno y la jabonera sonaban y se revolvían a cada salto. Así el cuadro sería más completo.
Como decía al principio, puesto a recordar, queda oficialmente designado como “Mi Primer Recuerdo”, mi divertido camino diario al kínder.
Y cual es tu primer recuerdo ? ...